domingo, 27 de septiembre de 2020

Yogures y dieta; aclaraciones básicas

 

Éste es el número máximo de yogures que puedes tomar cada día

El yogur es una alimento muy recomendable en nuestra dieta que tiene propiedades probióticas, pero no todos son beneficiosos para la salud.

Es importante recordar que no todos los yogures son saludables. Por esta razón, hay que saber elegirlos bien y saber cuáles son los mejores para nuestra salud. De nada valdrá tomar uno o dos al día si los que compras no son precisamente buenos. El yogur es uno de los alimentos más saludables de nuestra dieta y para muchos, un imprescindible en su día a día. Ya no solo en postres sino también en desayunos, meriendas y tentempiés. Pero ¿cuántos yogures podemos tomar al día? ¿Son todos buenos?

Los yogures realmente saludables y beneficiosos, y por tanto recomendables en nuestra dieta, son los yogures naturales y sin azúcar. Esto es, el yogur natural de toda la vida. Y además, suele ser también uno de los más baratos del supermercado porque en este caso, da igual la marca: la clave es que sea natural y sin azúcar.

Según explica a EL ESPAÑOL la dietista-nutricionista Sara López Oliva, dietista-nutricionista, colegiada del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid (CODINMA), para elegir un yogur adecuado, "lo ideal es que fuera natural y sin azúcar añadido. No sería necesario que fuera un yogur 0% desgrasado porque la cantidad de grasa que lleva es muy pequeña y además es de calidad adecuada. Y por supuesto, nos olvidamos de los 'yogures de sabores'".

Otros yogures saludables que podemos comprar,además del yogur natural sin azúcar son el yogur griego (aunque llevaría más contenido de grasa, pero no sería mala) y el ya famoso kéfir, que no podríamos considerarlo un yogur como tal pero sí es un derivado lácteo rico en probióticos.

De 0 a 3 yogures al día

En cuanto a la cantidad de yogures saludables que podemos tomar, "todo dependerá de nuestra dieta. Podemos comer desde cero yogures hasta dos al día, pero también depende del resto de lácteos que tomemos", afirma López Oliva.

Recordemos que el yogur forma parte del grupo de lácteos y que las recomendaciones -según indican las guías nutricionales- son en la edad adulta, de unas 2-3 raciones diarias de lácteos (leche, yogur y quesos).

Como explicaba a este periódico Andrea Calderón, secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, "los lácteos no son imprescindibles en la dieta, pero podemos tomar hasta tres (lácteos) diarios". Por tanto, señalaba que "en cuanto a los yogures (que sí serían recomendables en nuestra dieta por todos los beneficios que tienen) podríamos tomar hasta tres al día sin reportar ningún tipo de perjuicio para la salud. Más de tres no, no porque sea malo sino porque estamos desplazando a otros alimentos que son base de la dieta como la fruta".

Y es que el yogur no debe sustituir a la fruta como postre, tal y como apuntaba Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra.

Beneficios para la salud

El yogur, o mejor dicho los yogures saludables tienen grandes beneficios en la salud. Por ejemplo, y siempre en el contexto de una dieta saludable, se han descrito beneficios como que pueden reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, proteger contra el sobrepeso e incluso, disminuir el riesgo de padecer síndrome metabólico, tal y como como se vio en este estudio.

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, en su Guía de Alimentación Saludable para Atención Primaria y colectivos ciudadanos señala la necesidad de consumir de 2 a 3 raciones de lácteos al día, según nuestra edad y situación fisiológica, y alaba las cualidades del yogur natural y de otras leches fermentadas como alimentos probióticos que tienen efectos beneficiosos añadidos en la salud. Por ejemplo, mejorar la respuesta inmunitaria, reducir las molestias en personas con malabsorción de la lactosa o la protección del intestino frente a los distintos patógenos. 

También la Fundación Española del Corazón señala otros beneficios como la disminución de la incidencia de diarreas infantiles o diarrea del viajero, o favorecer la recuperación de la flora tras un tratamiento antibiótico. Esta sociedad científica indica además como ingesta recomendada unos 200-250 gramos de yogur al día (2 unidades), que equivaldría a una ración de lácteo.

De igual forma, la doctora en Alimentación y Nutrición y profesora de la Universidad de Barcelona, Laura Arranz afirma en este post de su cuenta de Instagram que el yogur es un excelente alimento para todos y un lácteo que sí deberíamos incorporar a nuestra dieta por todos los beneficios que tiene. "Tomar 1 o 2 yogures al día es un estupendo hábito de salud", escribe. Además, añade que como aporta "proteína y L-triptófano es un buen alimento para activarnos por la mañana o para favorecer el descanso nocturno, así en el desayuno o como postre de la cena es ideal".

FUENTE: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20200828/numero-maximo-yogures-puedes-tomar-dia/516199568_0.html

domingo, 20 de septiembre de 2020

La importancia de adelgazar cuanto antes mejor

 

Esta es la razón por la que perder peso antes de los 55 años puede salvarte la vida

Los cambios de peso en la edad adulta y en la mediana edad pueden tener consecuencias funestas para la salud de las personas.



Un nuevo estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston (BUSPH), en Estados Unidos, ha comprobado que los cambios de peso entre la edad adulta (a partir de los 18 años) y la mediana edad (a partir de los 55 años) pueden tener consecuencias importantes para el riesgo de muerte prematura de una persona.

Publicado en JAMA Network Open, el estudio encontró que los participantes cuyos IMC pasaron del rango de obesidad en la edad adulta temprana al rango de sobrepeso en la mediana edad redujeron a la mitad su riesgo de morir durante el período de estudio, en comparación con los individuos cuyos IMC permanecieron en el rango obeso. Por otro lado, la pérdida de peso después de la mediana edad no redujo significativamente el riesgo de muerte de los participantes.

"Los resultados indican una oportunidad importante para mejorar la salud de la población a través de la prevención primaria y secundaria de la obesidad, particularmente en edades más tempranas", resalta el autor correspondiente del estudio, el doctor Andrew Stokes, profesor asistente de salud global en BUSPH.

"El presente estudio proporciona nueva evidencia importante sobre el beneficio de mantener un peso saludable a lo largo de la vida", añade el autor principal, el doctor Wubin Xie, asociado postdoctoral en salud global en BUSPH.

Los investigadores utilizaron datos de 1998 a 2015 para 24.205 participantes de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición. Los participantes tenían entre 40 y 74 años cuando ingresaron al estudio, y los datos incluían el IMC de los participantes a la edad de 25, 10 años antes de ingresar al estudio y cuando ingresaron al estudio.

Luego, los investigadores analizaron la relación entre el cambio de IMC y la probabilidad de que un participante muriera en el transcurso del período observado, controlando otros factores como el sexo de los participantes, el tabaquismo pasado y actual y el nivel de educación.

Descubrieron que los participantes del estudio cuyos IMC iban desde el rango de obesidad a los 25 años hasta el rango de sobrepeso en la mediana edad tenían 54% menos probabilidades de haber muerto que los participantes cuyos IMC permanecían en el rango de obesidad. En cambio, estos participantes con una trayectoria de obesidad a sobrepeso tenían un riesgo de muerte más cercano al de los participantes cuyos IMC habían estado en el rango de sobrepeso todo el tiempo.

Los investigadores estimaron que el 3,2% de las muertes en el estudio se habrían evitado si todas las personas con un IMC en el rango de obesidad a los 25 años hubieran podido reducir su IMC al rango de sobrepeso en la mediana edad. Sin embargo, señalaron que la pérdida de peso era rara en general, y solo el 0,8% de los participantes tenían un IMC que pasaba del rango de obesidad a sobrepeso.

Los investigadores no encontraron una reducción similar en el riesgo de muerte para los participantes que perdieron peso más adelante en sus vidas. Escribieron que esto puede deberse a que la pérdida de peso más adelante en la vida es más probable que esté relacionada con el empeoramiento de la salud de una persona que envejece.

Aunque este estudio se centró en prevenir las muertes prematuras, mantener un peso saludable también reducirá la carga de muchas enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardíacas e incluso el cáncer", apunta la coautora del estudio, la doctora JoAnn Manson, jefa de prevención de medicina en el Brigham and Women's Hospital, y profesor de medicina y profesor de salud de la mujer Michael and Lee Bell en la Facultad de Medicina de Harvard.

FUENTE: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20200822/razon-perder-peso-anos-puede-salvarte-vida/514699252_0.html


domingo, 13 de septiembre de 2020

La relación entre una alimentación equilibrada y su incidencia en la reducción del gasto público de la salud


Un informe estima que una alimentación sana ahorraría un 20% del gasto sanitario







Hasta 14.300 millones de euros se podría ahorrar el Sistema Nacional de Salud (casi el 20% de su gasto total) si los españoles se alimentaran de forma adecuada. Es una de las principales conclusiones del informe «Alimentación, factor de salud y sostenibilidad», que analiza distintos factores relacionados con la nutrición, desde el económico al sanitario o de la comunicación.

El ahorro, explica el informe, sería tanto en términos de una menor utilización inadecuada del sistema como en una mejora de la productividad de la población activa y el valor social de alargar la esperanza de vida, por una menor incidencia de enfermedades coronarias, cáncer, accidentes cerebrovasculares, diabetes, fracturas osteoporóticas de cadera y otras patologías derivadas.

Cómo nos informamos sobre alimentación

Cada vez se busca más información sobre vida sana y alimentación, sin embargo también hay una mayor exposición a las noticias falsas. El informe recoge datos del informe “Peligros de la percepción”, publicado por Ipsos en 2018, que concluyó que un 57% de los españoles admitía haber considerado como cierta una noticia que no lo era relacionada con el sector alimentario.

El informe se ha presentado hoy en la CEOE, que ha colaborado en la elaboración junto a la agencia Cariotipo Lobby & Comunicación y la Fundación Española del Corazón, además del patrocinio de Eurosemillas.

Seguridad alimentaria

El informe no pone solo el foco en la información, también en la importancia de la seguridad alimentaria, que en España se vio recientemente amenazada por un brote como el de la listeriosis, que dejó varios abortos y fallecidos en 2019.

Según este informe, en 2017 se produjeron casi 11 millones de muertes debido a alimentos insalubres y los brotes van en aumento. No en vano, una experta de Seguridad Alimentaria del Ayuntamiento de Madrid indicaba a El Independiente hace unos meses que «la población es cada vez más vulnerable a las intoxicaciones alimentarias».

Un mundo de malnutrición y obesidad

La alimentación en el mundo presenta contrastes como que 820 millones de personas carecían de alimentos suficientes para comer en 2018 mientras que el sedentarismo y la obesidad van en aumento y son epidemias del siglo XXI en los países desarrollados. De hecho, en 2019 la población con obesidadn (850 millones de personas) superó por primera vez a la que pasa hambre, según los datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Y aquí el informe, en el que ha participado el catedrático de Nutrigenómica José María Ordovás, hace hincapié en la alimentación como protagonista clave en la prevención de enfermedades no transmisibles.

«El papel de la alimentación es especialmente importante en los primeros años, cuando además se inculcan unos hábitos que tendrán consecuencias a corto y largo plazo. Si esos hábitos relacionados con la alimentación son saludables, reduciremos las posibilidades de desarrollar de forma precoz enfermedades no transmisibles. Por el contrario, descuidarlos tendrá un efecto negativo e irreversible en nuestra salud, aunque las consecuencias no se manifiesten inmediatamente. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como diabetes o enfermedades cardiovasculares. Otras patologías que se podrían evitar cuidando la alimentación desde la infancia son determinados trastornos del aparato locomotor como la artrosis, problemas anímicos y ciertos tipos de cáncer», indica el informe.

FUENTE: https://www.elindependiente.com/vida-sana/nutricion/2020/02/13/un-informe-estima-que-una-alimentacion-sana-ahorraria-un-20-del-gasto-sanitario/


lunes, 7 de septiembre de 2020

Completo informe de la Organización Mundial de la Salud sobre alimentación sana

 Alimentación Sana

Datos y cifras
  • Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.
  • En todo el mundo, las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud.
  • Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida; la lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, entre ellos la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.
  • La ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico. Para evitar un aumento malsano de peso, las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total (1, 2, 3).
  • Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7) forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios se recomienda reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total (7).
  • Mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios (equivalentes a menos de 2 g de sodio por día) ayuda a prevenir la hipertensión y reduce el riesgo de cardiopatías y accidente cerebrovascular entre la población adulta (8).
  • Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal entre la población mundial en un 30% para 2025; también acordaron detener el aumento de la diabetes y la obesidad en adultos y adolescentes, así como en sobrepeso infantil de aquí a 2025 (9,10).

Panorama general

Llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y trastornos. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios. Actualmente, las personas consumen más alimentos hipercalóricos, grasas, azúcares libres y sal/sodio; por otra parte, muchas personas no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales.

La composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios. No obstante, los principios básicos de la alimentación saludable siguen siendo los mismos.

Para los adultos

Una dieta sana incluye lo siguiente:

  • Frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz moreno no procesados).
  • Al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día (2), excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
  • Menos del 10% de la ingesta calórica total de azúcares libres (2, 7), que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5% de la ingesta calórica total (7). Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
  • Menos del 30% de la ingesta calórica diaria procedente de grasas (1, 2, 3). Las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables), y grasas trans de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes tales como vacas, ovejas, cabras y camellos). Se sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1% (5). En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar (4,6).
  • Menos de 5 gramos (aproximadamente una cucharadita) al día (8). La sal debería ser yodada.

Para lactantes y niños pequeños

En los dos primeros años de la vida de un niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en el futuro.

Los consejos para una alimentación saludable durante la lactancia y la niñez son los mismos que en el caso de los adultos, si bien los elementos que figuran a continuación también son importantes:

  • Debería alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida.
  • La lactancia materna debe continuar al menos hasta los dos años.
  • A partir de los seis meses de edad, la lactancia materna se debería complementar con diferentes alimentos inocuos y nutritivos. En los alimentos complementarios no se debería añadir sal ni azúcares.

Consejos prácticos para mantener una alimentación saludable

Frutas, verduras y hortalizas

Comer al menos 400 g, o cinco porciones de frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (2) y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética.

Para mejorar el consumo de frutas y verduras es recomendable:

  • incluir verduras en todas las comidas;
  • como tentempiés, comer frutas frescas y verduras crudas;
  • comer frutas y verduras frescas de temporada; y
  • comer una selección variada de frutas y verduras.

Grasas

Reducir el consumo total de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria contribuye a prevenir el aumento insalubre de peso entre la población adulta (1, 2, 3). 

Además, para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles es preciso: 

  • limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta calórica diaria; 
  • limitar el consumo de grasas trans a menos del 1%; y
  • sustituir las grasas saturadas y las grasas trans por grasas no saturadas (2, 3), en particular grasas poliinsaturadas.

Para reducir la ingesta de grasas, especialmente las grasas saturadas y las grasas trans de producción industrial se puede:

  • cocinar al vapor o hervir, en vez de freír;
  • reemplazar la mantequilla, la manteca de cerdo y la mantequilla clarificada por aceites ricos en grasas poliinsaturadas, por ejemplo, los de soja, canola (colza), maíz, cártamo y girasol;
  • ingerir productos lácteos desnatados y carnes magras, o quitar la grasa visible de la carne; y
  • limitar el consumo de alimentos horneados o fritos, así como de aperitivos y alimentos envasados (por ejemplo, rosquillas, tortas, tartas, galletas, bizcochos y barquillos) que contengan grasas trans de producción industrial.

Sal, sodio y potasio

La mayoría de la gente consume demasiado sodio a través de la sal (una media de 9 g a 12 g de sal diarios) y no consume suficiente potasio (menos de 3,5 g). Un consumo elevado de sal e insuficiente de potasio contribuye a la hipertensión arterial que, a su vez, incrementa el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular (8, 11).

La reducción de la ingesta de sal al nivel recomendado, esto es, menos de 5 gramos diarios, permitiría prevenir 1,7 millones de muertes cada año (12).

Las personas no suelen ser conscientes de la cantidad de sal que consumen. En muchos países, la mayor parte de la ingesta de sal se realiza a través de alimentos procesados (por ejemplo, platos preparados, carnes procesadas tales como tocino, jamón, salame; queso o tentempiés salados) o de alimentos que se consumen con frecuencia en grandes cantidades (por ejemplo, el pan). La sal también se añade a los alimentos cuando se cocinan (por ejemplo, caldos, concentrados de caldo de distinto tipo, salsa de soja y salsa de pescado) o en el lugar en que se los consume (por ejemplo, la sal de mesa).

Para reducir el consumo de sal se aconseja:

  • limitar la cantidad de sal y de condimentos ricos en sodio (por ejemplo, salsa de soja, salsa de pescado y caldo) al cocinar y preparar alimentos;
  • no poner sal o salsas ricas en sodio en la mesa;
  • limitar el consumo de tentempiés salados; y
  • escoger productos con menor contenido de sodio.

Algunos fabricantes de alimentos están reformulando sus recetas para reducir el contenido de sodio de sus productos; además, se debería alentar a los consumidores a leer las etiquetas de los alimentos para comprobar la cantidad de sodio que contiene un producto antes de comprarlo o consumirlo.

La ingesta de potasio puede mitigar los efectos negativos de un consumo elevado de sodio en la presión arterial. La ingesta de potasio se puede incrementar mediante el consumo de frutas y verduras frescas.

Azúcares

Adultos y niños deberían reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7). Una reducción a menos del 5% de la ingesta calórica total aportaría beneficios adicionales para la salud (7).

El consumo de azúcares libres aumenta el riesgo de caries dental. El exceso de calorías procedentes de alimentos y bebidas con un alto contenido en azúcares libres también contribuye al aumento insalubre de peso, que puede dar lugar a sobrepeso y obesidad. Pruebas científicas recientes revelan que los azúcares libres influyen en la tensión arterial y los lípidos séricos, y sugieren que una disminución de su ingesta reduce los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (13).

La ingesta de azúcar puede reducirse del modo siguiente:

  • limitar el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares, por ejemplo, aperitivos y bebidas azucarados y golosinas (o sea, todos los tipos de bebidas que contienen azúcares libres, incluidos refrescos con o sin gas; zumos y bebidas de frutas o verduras; concentrados líquidos y en polvo; agua aromatizada; bebidas energéticas e isotónicas; té y café listos para beber; y bebidas lácteas aromatizadas ); y 
  • comer, como tentempiés, frutas y verduras crudas en vez de productos azucarados.

Cómo promover una alimentación sana

La alimentación evoluciona con el tiempo, y en ella influyen muchos factores socioeconómicos que interactúan de manera compleja y determinan modelos dietarios personales. Entre esos factores cabe mencionar los ingresos, los precios de los alimentos (que afectarán la disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables), las preferencias y creencias individuales, las tradiciones culturales, y los factores geográficos y ambientales (incluido el cambio climático). Por consiguiente, el fomento de un entorno alimentario saludable y, en particular, de sistemas alimentarios que promuevan una dieta diversificada, equilibrada y sana, requiere la participación de distintos sectores y partes interesadas, incluidos los gobiernos, el sector público y el sector privado.

Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la creación de un entorno alimentario saludable que permita a las personas adoptar y mantener prácticas alimentarias sanas. 

Las medidas que las instancias normativas pueden adoptar para generar entornos alimentarios saludables incluyen:

  • Armonización de las políticas y los planes de inversión nacionales, en particular las políticas comerciales, alimentarias y agrícolas, con el fin de promover la alimentación saludable y proteger la salud pública mediante medidas orientadas a:
    • aumentar los incentivos a los productores y vendedores minoristas para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras frescas;
    • reducir los incentivos a la industria alimentaria que le permiten mantener o aumentar la producción de alimentos procesados con altos niveles de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio;
    • alentar la reformulación de productos alimentarios a fin de reducir los contenidos de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio, con miras a suprimir las grasas trans de producción industrial;
    • aplicar las recomendaciones de la OMS sobre comercialización de alimentos y bebidas sin alcohol para niños;
    • establecer normas para fomentar prácticas alimentarias saludables mediante la disponibilidad asegurada de alimentos saludables, nutritivos, inocuos y asequibles en centros preescolares, escuelas y otras instituciones públicas, así como en el lugar de trabajo;
    • examinar instrumentos normativos y voluntarios (por ejemplo, reglamentos de comercialización y normas sobre etiquetado nutricional) e incentivos o desincentivos económicos (por ejemplo, tributación y subsidios) para promover una dieta saludable; y 
    • alentar a los servicios transnacionales, nacionales y locales de alimentos y sus puntos de venta, a mejorar la calidad nutricional de sus productos, asegurar la disponibilidad y asequibilidad de opciones saludables y revisar los tamaños y precios de las porciones.
  • Alentar a los consumidores a exigir alimentos y comidas saludables mediante medidas dirigidas a:
    • promover la sensibilización de los consumidores respecto de una dieta saludable;
    • desarrollar políticas y programas escolares que alienten a los niños a adoptar y mantener una dieta saludable;
    • impartir conocimientos sobre nutrición y prácticas alimentarias saludables a niños, adolescentes y adultos;
    • fomentar las aptitudes culinarias, incluso en los niños, a través de las escuelas;
    • prestar apoyo a la información en los puntos de venta, en particular a través del etiquetado nutricional que asegure información exacta, normalizada y comprensible sobre el contenido de nutrientes en los alimentos (en consonancia con las directrices de la Comisión del Codex Alimentarius), mediante el añadido de etiquetado frontal que facilite la comprensión del consumidor; y
    • ofrecer asesoramiento nutricional y alimentario en los centros de atención primaria de salud.
  • Promover prácticas adecuadas para la alimentación del lactante y el niño pequeño mediante medidas destinadas a:
    • aplicar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna y las subsiguientes resoluciones pertinentes de la Asamblea Mundial de la Salud; 
    • aplicar políticas y prácticas que fomenten la protección de las madres trabajadoras; y
    • promover, proteger y apoyar la lactancia materna en los servicios de salud y la comunidad, incluso a través de la iniciativa «hospitales amigos del niño».

Respuesta de la OMS 

La «Estrategia Mundial OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud» (14) fue adoptada en 2004 por la Asamblea Mundial de la Salud. En ella se hace un llamamiento a los gobiernos, la OMS, los asociados internacionales, el sector privado y la sociedad civil para que actúen a nivel mundial, regional y local con el fin de promover la alimentación sana y la actividad física.

En 2010, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una serie de recomendaciones sobre la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigida a los niños (15). Esas recomendaciones orientan a los países a la hora de idear nuevas políticas y mejorar las que están vigentes, con el fin de reducir los efectos de la comercialización de alimentos insalubres en los niños. Además, ha desarrollado instrumentos específicos de cada región (por ejemplo, modelos de perfiles nutritivos regionales) que los países puedan utilizar para aplicar las recomendaciones sobre comercialización.

En 2012 la Asamblea Mundial de la Salud adoptó un plan de aplicación integral sobre nutrición de la madre, el lactante y el niño pequeño, y seis metas mundiales que se deberán alcanzar para 2025, entre las que figuran la reducción del retraso en el crecimiento, la emaciación y el sobrepeso infantil, la mejora de la lactancia materna, y la reducción de la anemia y la insuficiencia ponderal del recién nacido (9).

En 2013, la Asamblea Mundial de la Salud acordó nueve metas mundiales de aplicación voluntaria para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Esas metas se orientan a detener el aumento de la diabetes y la obesidad, y lograr una reducción relativa del 30% en la ingesta de sal, de aquí a 2025. El «Plan de acción mundial de la OMS para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020» (10) proporciona orientaciones y opciones normativas a los Estados Miembros, la OMS y otros organismos de las Naciones Unidas para alcanzar esas metas.

Habida cuenta del rápido aumento de la obesidad entre los lactantes y los niños de numerosos países, la OMS creó en mayo de 2014 una Comisión para acabar con la obesidad infantil. En 2016, la Comisión propuso un conjunto de recomendaciones para luchar eficazmente contra la obesidad en la infancia y la adolescencia, en diferentes contextos en todo el mundo (16).

En noviembre de 2014, la OMS y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) organizaron conjuntamente la segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición. En la Conferencia se adoptó la Declaración de Roma sobre la Nutrición (17) y el Marco de Acción (18), que recomienda un conjunto de opciones normativas y estrategias para promover una alimentación variada, inocua y saludable en todas las etapas de la vida. La OMS está ayudando a los países a cumplir los compromisos contraídos en esa Conferencia.

En mayo de 2018, la Asamblea de la Salud aprobó el 13.º Programa General de Trabajo (PGT), que orientará la labor de la OMS en 2019-2023 (19). En el 13.º PGT, la reducción de la ingesta de sal/sodio y la supresión de las grasas trans de producción industrial en el suministro de alimentos se identifican como parte de las medidas prioritarias de la OMS dirigidas a alcanzar los objetivos de asegurar vidas sanas y promover el bienestar a todas las edades. Con el fin de apoyar a los Estados Miembros en la adopción de las medidas necesarias para suprimir las grasas trans de producción industrial, la OMS desarrolló una hoja de ruta (conjunto de medidas REPLACE) para ayudar a los países a acelerar la aplicación de las medidas (6).

FUENTE: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/healthy-diet


martes, 1 de septiembre de 2020

Proporcionar dietas saludables para millones de personas en el mundo es incluso práctico en lo económico


Con el aumento del hambre y la persistencia de la malnutrición, el logro del hambre cero para ‎‎2030 es dudoso, advierte un informe de las Naciones Unidas

Garantizar dietas saludables para los miles de millones de personas que no pueden costeárselas ‎permitiría ahorrar gastos billonarios

El número de personas que padecen hambre está aumentando, según los resultados de un estudio anual de las Naciones Unidas. En los últimos cinco años, decenas de millones han engrosado la legión de personas que sufren subalimentación crónica y los países de todo el mundo siguen enfrentándose a múltiples formas de malnutrición.

En la última edición de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado hoy, se estima que casi 690 millones de personas pasaban hambre en 2019 (un aumento de 10 millones de personas desde 2018 y de casi 60 millones en cinco años). Los altos costos y la escasa asequibilidad impiden también a miles de millones de personas lograr una alimentación saludable o nutritiva. La cantidad de personas que sufren hambre es mayor en Asia, pero está creciendo con más rapidez en África. Según las previsiones del informe, la pandemia de COVID-19 podría provocar, a finales de 2020, un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo (es posible que, con el recrudecimiento del hambre aguda en el contexto de la pandemia, esta cifra aumente aún más en ocasiones).

El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es el estudio mundial más fidedigno en torno al seguimiento de los progresos realizados hacia la erradicación del hambre y la malnutrición. Está elaborado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el prólogo, los responsables de los cinco organismos[i] advierten de que «cinco años después de que el mundo se comprometiera a poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición, seguimos sin realizar progresos suficientes para alcanzar este objetivo en 2030».

Una explicación de las cifras del hambre

En esta edición, debido a significativas actualizaciones de los datos sobre China[ii] y otros países muy poblados, se han reducido de forma considerable las estimaciones del número total de personas que sufren hambre, hasta 690 millones. Sin embargo, no se han producido cambios en la tendencia. Al revisar toda la serie de informes sobre el hambre desde el año 2000, se llega a la misma conclusión: tras disminuir de forma constante durante decenios, el hambre crónica comenzó a crecer lentamente en 2014 y sigue en aumento.

Asia sigue albergando al número más elevado de personas subalimentadas (381 millones). África ocupa el segundo lugar (250 millones), seguida de América Latina y el Caribe (48 millones). La prevalencia mundial de la subalimentación (es decir, la tasa general de personas hambrientas), del 8,9 %, ha variado poco, pero los números absolutos vienen aumentando desde 2014. Esto significa que, en los últimos cinco años, el hambre ha crecido al ritmo de la población mundial.

A su vez, ello oculta grandes disparidades regionales: en términos porcentuales, África es la región más afectada —y lo es cada vez más—, ya que el 19,1 % de la población está subalimentada. Este porcentaje duplica con creces la tasa de Asia (8,3 %) y de América Latina y el Caribe (7,4 %). Sobre la base de las tendencias actuales, para 2030, más de la mitad de las personas aquejadas de hambre crónica en el mundo se encontrará en África.

El precio de la pandemia

Mientras se estancan los progresos en la lucha contra el hambre, la pandemia de COVID-19 agrava la vulnerabilidad y las deficiencias de los sistemas alimentarios mundiales, entendidos como todas las actividades y procesos que afectan a la producción, la distribución y el consumo de alimentos. Aunque es demasiado pronto para evaluar el pleno efecto de los confinamientos y otras medidas de contención, en el informe se estima que, como mínimo, otros 83 millones de personas, y quizá hasta 132 millones, pueden empezar a padecer hambre en 2020 como resultado de la recesión económica desencadenada por la COVID-19[iii]. El retroceso hace que el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (hambre cero) sea aún más incierto.

Dietas poco saludables, inseguridad alimentaria y malnutrición

Superar el hambre y la malnutrición en todas sus formas (incluida la desnutrición, las carencias de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad) va más allá de conseguir alimentos suficientes para sobrevivir: la alimentación de las personas —en especial la de los niños— debe también ser nutritiva. No obstante, uno de los principales obstáculos es el elevado costo de los alimentos nutritivos y la escasa asequibilidad de las dietas saludables para un gran número de familias.

En el informe se presentan pruebas de que una dieta saludable cuesta mucho más de US$ 1,90 al día, el umbral internacional de la pobreza. Se indica que incluso el precio de la dieta saludable menos costosa es cinco veces mayor que el precio de llenar el estómago solo con almidón. Los alimentos con alto contenido de nutrientes, como los productos lácteos, las frutas y las hortalizas y los alimentos proteínicos (de origen vegetal y animal), constituyen los grupos de alimentos más caros del mundo.

Las estimaciones más recientes indican que 3000 millones de personas o más, una cifra alarmante, no pueden permitirse una dieta saludable. En África subsahariana y Asia meridional, este es el caso del 57 % de la población, aunque no se salva ninguna región, ni siquiera América del Norte y Europa. En parte como consecuencia de ello, la carrera para acabar con la malnutrición parece peligrar. Según el informe, en 2019, entre un cuarto y un tercio de los niños menores de cinco años (191 millones) padecían retraso del crecimiento o emaciación: eran o demasiado bajos o demasiado delgados. Otros 38 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Entretanto, la obesidad en adultos se ha convertido en una pandemia mundial en sí misma.

Un llamamiento a la acción

En el informe se argumenta que, cuando se tienen en cuenta las consideraciones relativas a la sostenibilidad, si en todo el mundo se adoptaran dietas saludables, se ayudaría a controlar el aumento del hambre, al tiempo que se propiciarían enormes ahorros. Se calcula que ese cambio permitiría compensar casi por completo los costos sanitarios asociados a una alimentación poco saludable, que se estima que alcanzarán los US$ 1,3 billones al año en 2030; mientras que el costo social de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el sector de la alimentación, estimado en US$ 1,7 billones, podría reducirse hasta en tres cuartas partes[iv].

En el informe se recomienda transformar los sistemas alimentarios con miras a reducir el costo de los alimentos nutritivos y mejorar la asequibilidad de las dietas saludables. Si bien las soluciones específicas variarán de un país a otro, e incluso dentro de ellos, las respuestas generales consisten en intervenciones a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos, en el entorno alimentario y en la economía política que conforma las políticas comerciales, de gasto público y de inversión. En el estudio se exhorta a los gobiernos a incorporar la nutrición en sus enfoques agrícolas; esforzarse por reducir los factores que aumentan los costos en la producción, el almacenamiento, el transporte, la distribución y la comercialización de alimentos, por ejemplo, mediante la reducción de las ineficiencias y de la pérdida y el desperdicio de alimentos; prestar apoyo a los pequeños productores locales para que cultiven y vendan alimentos más nutritivos y garantizar su acceso a los mercados; dar prioridad a la nutrición infantil como la categoría con mayores necesidades; fomentar un cambio de comportamiento a través de la educación y la comunicación; e integrar la nutrición en los sistemas de protección social y las estrategias de inversión a escala nacional.

Los jefes de los cinco organismos de las Naciones Unidas responsables de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo declaran su compromiso de apoyar este cambio trascendental y de asegurar que se desarrolle «de forma sostenible y en favor de las personas y el planeta».

El informe completo se encuentra aquí:
nombre de usuario: media
contraseña: sofijuly13
URLhttp://ow.ly/uDvQ30qVSaQ

FUENTE: https://www.who.int/es/news-room/detail/13-07-2020-as-more-go-hungry-and-malnutrition-persists-achieving-zero-hunger-by-2030-in-doubt-un-report-warns