martes, 25 de febrero de 2020

¿Qué son las dietas cualitativas?



“Las dietas cualitativas han demostrado una pérdida de peso mayor y sobre todo sostenible en el tiempo”

                                 
¿Qué son las dietas cualitativas? ¿Por qué funcionan mejor para perder peso que las dietas restrictivas? La dietista-nutricionista Diana A. Díaz Rizzolo, profesora colaboradora del Máster Universitario en Nutrición y Salud de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigadora en diabetes y obesidad en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer lo explica en esta entrevista.

El manejo y control de la obesidad es complejo y debe ser abordado de forma multifactorial. La nutrición es un pilar fundamental para su control y el tipo de alimentación es una pieza imprescindible para lograrlo. De todas las dietas, las cualitativas están resultando ser muy efectivas para la pérdida de peso. Pero ¿en qué consisten?¿Por qué son más efectivas que las restrictivas? Hemos entrevistado a la dietista-nutricionista Diana A. Díaz Rizzolo, profesora colaboradora del Máster Universitario en Nutrición y Salud de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigadora en diabetes y obesidad en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, quién impartió este mes el Healthy Workshop: Modificación de patrones dietéticos para la prevención de la obesidad y a diabetes tipo 2, organizado por los Estudios de Ciencias de la Salud.

Y esto es lo que nos ha contado…

¿Qué son las dietas cualitativas?
Cuando en vez de centrar nuestro foco en las calorías (kcal), lo enfocamos en mejorar la calidad de los alimentos que consumimos, la dieta deja de ser restrictiva y pasa a ser una dieta cualitativa. Disminuir la densidad calórica a través de evitar el consumo de alimentos ultraprocesados, facilitar las cocciones o utilizar alimentos naturales y no precocinados, por ejemplo, son algunas de las estrategias de las dietas cualitativas. 
¿Cuáles son las principales dietas cualitativas? 
Las dietas cualitativas más conocidas son: la dieta mediterránea, la dieta DASH, las dietas vegetarianas o veganas y la dieta paleo o paleolítica. Todas, a excepción de la dieta paleo por falta de estudios rigurosos pendientes de realizar, han demostrado una pérdida de peso mayor y sobre todo sostenible en el tiempo, ya que inducen en el sujeto un cambio de estilo de vida en vez de un régimen estricto.

«Las dietas cualitativas más conocidas son: la dieta mediterránea, la dieta DASH, las dietas vegetarianas o veganas y la dieta paleo»


¿Por qué las dietas con modificaciones cualitativas son más efectivas para la pérdida de peso que las dietas restrictivas?
Es importante tener en cuenta que el proceso de alimentación de los humanos no es exclusivamente un acto de supervivencia sino que son decisiones que se hacen e involucran el hedonismo (a través del gusto, olfato y textura), el estado emocional (permanecer en un estado de ansiedad o el sentirse relajado forman parte de las decisiones que tomamos respecto a la alimentación), la situación que nos rodea (si estamos de celebración, si comemos mirando la televisión, con prisa, etc.), entre otros.
Por todo ello, es difícil centrar nuestro objetivo en contar calorías en un contexto como el que hemos nombrado ya que, son muchos los estudios que concluyen que las dietas restrictivas son muy complejas de seguir a largo plazo y el porcentaje de abandono es muy elevado.

«Las dietas restrictivas son muy complejas de seguir a largo plazo y el porcentaje de abandono es muy elevado»


Nos puedes explicar brevemente el estudio sobre calidad de la dieta y la microbiota intestinal 
Realizamos un estudio observacional con 200 individuos. En este trabajo concluimos que, a pesar de que existiera obesidad (que ya sabemos que se relaciona con más morbimortalidad), una dieta saludable y las poblaciones de microbiota intestinal que observamos cuando los sujetos seguían ese patrón nutricional eran más importantes. Vimos que estos factores (dieta+microbiota) producen un efecto preventivo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, independientemente que los sujetos tuvieran obesidad. 
Se recomienda la restricción de carnes rojas y procesadas como fuente proteica para prevenir y tratar la diabetes ¿pero qué recomendaciones hay sobre el pescado?
Exactamente. En general, el consumo de carnes debería reducirse al máximo, prestando especial atención a carnes rojas y procesadas. Con el pescado no lo tenemos tan claro, ya que los estudios observacionales presentan datos contradictorios. Esto puede ser debido a que existe una gran diferencia entre el pescado blanco y el azul. De hecho, el pescado más graso, el azul, es el que ha demostrado tener un efecto protector contra ciertas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.
Un estudio reciente en el que participas ha demostrado que consumir sardinas 2 veces por semana reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, ¿qué propiedades tiene este pescado para ayudar en la prevención de la diabetes tipo 2?
Elegimos la sardina para nuestro estudio porque es el pescado que contenía más ácidos grasos omega-3 y taurina. Y además de ser un pescado de tamaño pequeño, asequible y accesible que presenta las menores concentraciones de mercurio. 

«Elegimos la sardina para nuestro estudio porque es el pescado que contenía más ácidos grasos omega-3 y taurina»





Creemos que los efectos saludables que encontramos con el consumo de sardina 2 veces por semana durante un año son debidos a un conjunto de nutrientes muy presentes en este animal, como ya hemos dicho EPA y DHA (omega-3), el aminoácido, la taurina, pero también calcio, vitamina D, vitamina B12, entre otros. Estos nutrientes consumidos de forma aislada, como suplemento, no han podido demostrar los mismos efectos. Por ello creemos que es una sinergia entre todos los nutrientes.
Otro estudio en el que participas confirma las propiedades beneficiosas de la quinoa. ¿Cómo se hizo este estudio? ¿Qué beneficios posee y a qué nutrientes se deben?
Se realizó un estudio piloto en el que monitorizamos a los participantes durante un mes en su día a día habitual y, posteriormente, modificamos su dieta sustituyendo todos los cereales, harinas, tubérculos y legumbres por quinoa y sémola/harina de quinoa. Observamos que, a pesar de tener la misma dieta, con el único cambio de la procedencia de esos carbohidratos complejos que ya consumían, presentaban un patrón de variaciones de glucemia menores que su dieta habitual. Por ello, concluimos que incluir la quinoa y, sobre todo, utilizarla como sustituto de otros cereales, tubérculos u harinas comúnmente consumidos podría ser beneficioso para la población con riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Referencias:
Díaz-Rizzolo DA.  Healthy dietary pattern and their corresponding gut microbiota profile are linked to a lower risk of type 2 diabetes, independent of the presence of obesity. Clin Nutr. 2019 Mar 4. pii: S0261-5614(19)30089-5. doi: 10.1016/j.clnu.2019.02.035
Gordillo-Bastidas, Díaz-Rizzolo D, Roura, Massanés and Gomis. Quinoa (Chenopodium quinoa Willd), Health Benefits: An Integrative Review Journal of Nutrition & Food Sciences from Nutritional Value to Potential


FUENTE: http://cienciasdelasalud.blogs.uoc.edu/perder-peso-con-dietas-cualitativas/



lunes, 17 de febrero de 2020

La opinión de la Ciencia acerca de las dietas


¿Qué dicen las investigaciones sobre las dietas?
¿Qué dicen las investigaciones sobre las dietas?




“Operación bikini” podría ser el lema para muchas personas ahora que se acerca el verano. Es el momento en el que acampan los productos de belleza en los mostradores de las farmacias para recuperar la figura y donde comienzan algunas conversaciones sobre dietas para comer de un modo más ligero y saludable.

Sin embargo, todos los que hayamos vivido una dieta sabemos que perder peso se puede convertir en un camino “cuesta arriba”. ¿Y por qué es tan difícil? Esta misma pregunta se la formuló Sandra Aamodt, una neurocientífica que también sufrió dichos procesos sin conseguir la bondad de la báscula. Como buena investigadora y más allá de calorías y alimentos prohibidos, Sandra puso foco en la importancia que el cerebro tiene para controlar el hambre y el gasto energético. De hecho, considera que el cerebro es el auténtico protagonista ya que actúa de un modo, del que nosotros ni tan siquiera somos conscientes. Según sus investigaciones, nuestro cerebro decide cuánto “debemos” pesar y si nos salimos de dicho rango, nos emite señales para regresar a él, ensalivando si hace falta para comer aún más.


¿Motivo? Nuestro cerebro tiene memoria histórica. Hemos pasado siglos sin poder acceder a los alimentos con facilidad. Por ello y en base a esta teoría, no tener comida en exceso se considera una amenaza peligrosa. El cerebro se encarga de erradicarlo emitiendo señales de alarma disfrazadas de múltiples modos… y este es uno de los motivos por los que una dieta es una carrera de obstáculos contra nosotros mismos o, mejor dicho, contra nuestro propio cerebro.

Pero hay más motivos que la huella histórica. Nuestro cuerpo funciona de un modo inteligente y preciso: si consumimos menos alimentos, nuestro organismo consume menos energía para mantener el equilibrio. Y si perdemos peso, el cerebro hará todo lo posible para volver al equilibrio que tenía registrado. Tal y como señala Sandra, después de una bajada de peso, el cerebro trabaja durante los siguientes siete años para recuperar lo perdido. Y si nos mantenemos durante una época con unos kilitos de más, puede decidir que ese es nuestro peso ideal. Así que, según la investigación de Sandra Aamodt, es paradójico como nosotros intentamos controlar a nuestro cuerpo cuando el cerebro toma sus propias decisiones sin que tengamos tanto margen de maniobra.

Traci Mann, de la universidad de Minnesota, es otra investigadora que ha corroborado con datos por qué no son siempre tan efectivas. Primero, analizó los datos estadísticos: en las últimas dos décadas han aumentado los problemas de obesidad, al tiempo que parece que se han incrementado los tipos de dietas. Segundo, analizó junto a su equipo el impacto de las dietas y parece que entre el 33 y 66 por ciento de las personas que se ponen a dieta, pasado un tiempo recuperan el peso anterior. Malas noticias.

Otro factor en el que se ha detenido la investigación para ver cómo influye en la pérdida o ganancia de peso ha sido el número de horas que dormimos. Pues bien, lo que demostró un estudio realizado por Andrea Spaeth y su equipo de la Universidad de Pennsylvania, en el que participaron 225 personas de entre 22 y 50 años, fue que dormir poco se relaciona con el aumento de peso.

¿Por qué? La respuesta seguramente suene muy lógica, si dormimos menos somos más propensos a aumentar la ingesta de calorías. Además, las cosas que comemos cuando tendríamos que estar durmiendo no suelen ser muy saludables… y si no, recordemos cuando teníamos que estudiar por la noche y nuestro paseo habitual era a la cocina y el frigorífico y no precisamente para hacernos un zumo de verduras y fruta.

Por tanto, mas allá del control que queramos ejercer sobre nuestro peso, las investigaciones nos aportan algunas otras claves que nos explican por qué las dietas no siempre funcionan, por muy bien que nos las vendan. Más allá de incorporar a nuestro cuerpo una alimentación sana, Sandra Aamodt propone que comamos con más consciencia, es decir, aprendamos a entender las señales de nuestro cuerpo: comamos cuando tengamos hambre, paremos cuando estemos llenos y, sobre todo, cuando estemos mal no lo paguemos con nuestro cuerpo. De este modo, vamos creando un nuevo hábito a nuestro cerebro. Quizá si ponemos esto en práctica y educamos a las nuevas generaciones en esta consciencia, nuestra relación con los alimentos sea más saludable, estaremos más a gusto con nuestro cuerpo y ganemos en calidad de vida.

Referencias
Intervención de Sandra Aamodt en TED en 2013






lunes, 10 de febrero de 2020

Sencillas medidas para fomentar el ejercicio físico el cual es muy importante para reducir peso


Consejos de ejercicios físicos en etiquetas de alimentos podría ayudar a reducir la obesidad
                
(CNN) — Las etiquetas de los alimentos que detallan cuánto ejercicio se necesita para quemar el contenido calórico de un producto podrían ayudar a combatir la obesidad, según investigadores del Reino Unido.


Las etiquetas de actividad física equivalente a calorías (PACE, por sus siglas en inglés) podrían mejorar las etiquetas que identifican solo las calorías y el contenido de nutrientes, según una nueva revisión científica.

Según el sistema propuesto, una pequeña barra de chocolate llevaría una etiqueta informando a los consumidores que tomaría 23 minutos corriendo o 46 minutos de caminata para quemar las 230 calorías que contiene.

La aplicación a gran escala de las etiquetas PACE podría, en promedio, reducir el consumo de calorías en hasta 200 calorías por persona a diario, según los investigadores, cuyo trabajo se publica en el Journal of Epidemiology and Community Health.

No obstante, se han planteado preocupaciones sobre el potencial impacto que tal etiquetado podría tener en las personas con trastornos alimenticios.

Amanda Daley, investigadora principal de la Universidad de Loughborough, dijo que las etiquetas PACE presentarían la información de una manera más accesible para los consumidores que las etiquetas existentes de contenido de calorías y nutrientes.

Ella le dijo a CNN que el sistema de etiquetado actual “no ha hecho gran diferencia en la obesidad en el Reino Unido”.
El equipo analizó datos de 14 estudios que examinaron la efectividad del etiquetado PACE para reducir el consumo de calorías.

Descubrieron que el etiquetado PACE es más efectivo que el no etiquetado, pero no fue más efectivo que el etiquetado de solo calorías.

Daley le dijo a CNN que el objetivo es agregar información de PACE a las etiquetas existentes, en lugar de reemplazarlas, para proporcionar al público más información.

Los investigadores advierten que el número de estudios incluidos en la revisión fue pequeño, y la mayoría se realizó en entornos controlados en lugar de ambientes reales, pero aún así concluyen que vale la pena probar el etiquetado PACE.

Una reducción de aproximadamente 100 calorías por día, combinada con un aumento sostenido de la actividad física, podría reducir las tasas de obesidad, según Daley.

Ella calificó la iniciativa PACE como una estrategia “realmente simple y directa”, y sugirió que podría usarse en empaques de alimentos y bebidas, etiquetas de supermercados y menús de restaurantes.

Preocupaciones sobre el trastorno alimenticio

Sin embargo, Nichola Ludlam-Raine, dietista registrada y portavoz de la Asociación Dietética Británica, señaló algunos problemas con las etiquetas PACE.

Ludlam-Raine dijo que PACE “podría ser extremadamente problemático” para aquellos con trastornos alimenticios, porque sugiere que los alimentos deben ser “ganados o quemados”.

También promueve la idea de que las calorías, en lugar de los nutrientes, son la consideración principal cuando se trata de alimentos, agregó.

“Recuerda, no puedes superar una mala dieta”, dijo Ludlam-Raine, explicando que hacer ejercicio no significa que puedas vivir del chocolate y las bebidas gaseosas.

Daley reconoció la preocupación, pero dijo que no había evidencia de que las etiquetas PACE causen trastornos alimenticios, y agregó: “Estamos interesados en la población en general”.

La Royal Society for Public Health (RSPH), una organización de profesionales de la salud en el Reino Unido, también defiende las etiquetas.

Duncan Stephenson, subdirector ejecutivo de RSPH, que recibió con beneplácito la investigación, dijo que “pequeños cambios” como el etiquetado PACE pueden “marcar una gran diferencia general en el consumo de calorías y, en última instancia, en el aumento de peso”.

Otros estudios también han sugerido que reducir las calorías podría traer beneficios para la salud.
Reducir 300 calorías condujo a una presión arterial más baja y niveles de colesterol malo (LDL), así como a una disminución del 24% en las concentraciones de triglicéridos, un tipo de grasa en la sangre, para los participantes en un estudio publicado en julio.



FUENTE:     https://cnnespanol.cnn.com/2019/12/11/consejos-de-ejercicios-fisicos-en-etiquetas-de-alimentos-podria-ayudar-a-reducir-la-obesidad/


    

martes, 4 de febrero de 2020

Comer demasiado deprisa es una actitud generalizada con consecuencias negativas para la salud



Una mujer degustando un plato de ensalada en un restaurante.
Una mujer degustando un plato de ensalada en un restaurante. Pixabay


Nutrición

Éste es el peligro desconocido de comer demasiado deprisa

Las personas que comen muy rápido tienen hasta un 115% más de posibilidades de desarrollar sobrepeso y obesidad, según un estudio.


No sé si somos del todo conscientes de cuánto tardamos en comer. Pensémoslo un momento: ¿cuántos minutos le dedicamos a la comida o a la cena? ¿Somos de los que comemos demasiado deprisa o por el contrario le dedicamos un tiempo suficientemente amplio, masticamos bien los alimentos, sabiendo en todo momento cuánta comida estamos ingiriendo? Si consideras que estás en el primer grupo quizá deberías cambiar el hábito. No es una cuestión de tiempo sino de salud.

Comer deprisa no es nada bueno para nuestra digestión pero tampoco lo es para nuestra salud en general.

Y además, algo (muy) importante que seguro que nos
interesa: comer deprisa no nos ayudará -en absoluto- a
adelgazar. Tal y como afirma a EL ESPAÑOL Eva M. Bautista, nutricionista de Blua de Sanitas, "comer muy deprisa conlleva tener o hacer peores digestiones y además puede realizarse una peor absorción de los nutrientes que ingerimos". Pero además, existe algo fundamental, y es que al comer deprisa, solemos ingerir más cantidad de la necesaria. Y esto puede dar lugar "al sobrepeso o a la obesidad si no se realiza una compensación adecuada a través del ejercicio", añade.

De este modo y según explica el equipo de nutricionistas del Hospital Universitario Sanitas (Madrid) en su web oficial, "algunas investigaciones han llegado a demostrar que las personas que comen muy rápido tienen hasta un 115% más de probabilidades de desarrollar sobrepeso y obesidad". Y esto se debe en gran medida, al control que las hormonas ejercen sobre el apetito y la sensación de saciedad: las personas que comen despacio mantienen durante más tiempo esa sensación de saciedad, consumen mucho menos calorías que las personas que comen deprisa y tienen, además, un peso más estable. Al comer despacio conseguiremos esa sensación de saciedad en el mismo momento, pero con una gran diferencia: habiendo consumido muchas menos calorías.

Al iniciarse la ingestión de alimentos, explica Bautista, "una parte de nuestro cerebro desencadena unas señales que indican el momento de saciedad. Si comemos deprisa, no da tiempo a que llegue esa señal y por tanto consumimos más alimentos de los que necesitamos". Comer despacio, tal y como explican los expertos, se ha asociado a un aumento de las hormonas que intervienen en la regulación del hambre y que por tanto, nos hacen sentir saciados o con la sensación de saciedad que nos hace parar de comer y quedarnos bien.

Además, comer rápido no solo hará que tomemos más cantidad sino que cuando tomemos productos procesados (con gran cantidad de grasas y azúcares) estaremos tomando mucha más cantidad (que si comiésemos despacio). Esto no sólo ayudará a que aumente nuestro peso, sino que puede aumentar también nuestros niveles de glucemia.

Comer despacio no sólo hace que comamos menos y lleguemos antes a ese nivel de saciedad sino que, según añaden los profesionales, hace que disfrutemos más de la comida, que favorezca nuestro tránsito intestinal, que mantengamos a raya el estrés y la ansiedad y que mejore la absorción de los nutrientes que tomamos. "Comer despacio mejora la digestión, ya que trituramos más los alimentos en la boca y evitaremos un esfuerzo mayor por parte de los órganos implicados", afirma Bautista. Además, los nutricionistas de Sanitas informan que "masticar bien puede ayudarnos a quemar hasta 10 calorías más por cada 300 calorías ingeridas".

Consejos para comer despacio

Para ser más conscientes de lo que comemos y masticar bien los alimentos, "lo más importante es masticar el alimento hasta dejarlo en consistencia de puré antes de tragarlo. El tiempo que se estima para ello va a depender de cada persona, del tipo y de la cantidad del alimento que hemos introducido en la boca", explica Bautista.

Algo que puede ayudar a masticar más despacio es "soltar los cubiertos entre bocado y bocado y contar hasta 20-30 en cada uno de ellos", aconseja. Sin embargo, no hará falta contar sino que basta con ver, como hemos dicho, cómo está la consistencia del alimento antes de ingerirlo. De este modo, comer despacio ayudará también al mantenimiento de las encías y de toda la musculatura de la mandíbula.

Otros consejos que ofrecen los especialistas en nutrición para ayudarnos a comer más despacio son: no esperar a sentir demasiada hambre cuando vayamos a comer; preparar con cuidado y dedicación la mesa; si comemos en el trabajo es aconsejarle hacerlo en un sitio apartado que nos impida estar pendientes del trabajo, pues la hora de la comida tiene que ser un momento de descanso. Y también puede ayudarnos apartar el móvil y la televisión de nosotros mientras comemos. "Hay que generar un entorno agradable para tomar conciencia de la comida, evitando distracciones como el móvil o la TV", finaliza Bautista.

FUENTE: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20200120/peligro-desconocido-comer-demasiado-deprisa/460454906_0.html