lunes, 27 de enero de 2020

La forma de cocinar es muy importante para favorecer la pérdida de peso


Cosas que debes cambiar en tu forma de cocinar para perder peso
                   
La organización dentro de la cocina, a la hora de comprar y en el cocinado, son los elementos clave para adelgazar 
                   
Comer saludable no es sinónimo de plancha o al vapor únicamente
FUENTE: https://www.abc.es/bienestar/alimentacion/abci-debes-cambiar-forma-cocinar-para-perder-peso-202001140141_noticia.html



martes, 21 de enero de 2020

Un conciencia responsable de los padres con la alimentación de sus hijos es fundamental para su salud presente y futura



No dejes que tu hijo meriende zumos industriales o dulces: estas son las claves para una buena alimentación infantil

El doctor López Tallaj, autor de «Come y Crece», considera fundamental el enfoque preventivo a la hora de alimentar a los pequeños y recuerda que la obesidad depende un 30% de la herencia genética y un 70% del estilo de vida

Ni los niños se crían bien por estar gorditos, ni «queman» todo lo que consumen. La alimentación infantil también arrastra sus falsos mitos, que se transmiten de generación en generación y que tienen que ver, en algunos casos , con el nivel socioeconómico y/o cultural de las familias. En otros, se trata de una manipulación intencionada, explica el doctor López Tallaj, para quien la idea de que a los niños no les daña lo que comen por su «juventud orgánica» es una mentira fabricada por la industria alimentaria y distribuida masivamente por la publicidad.

Para el experto en medicina preventiva y cirujano plástico, debemos cuidar la alimentación de los más pequeños desde que están en el vientre de la madre, y, por supuesto, en cuanto atraviesan el canal de parto. La lucha por la obesidad infantil se inicia así controlando la dieta de la futura madre, explica López Tallaj, puesto que tienen una relación directa. De esta manera, un exceso de kilos en la gestante puede favorecer el nacimiento de bebé macrosómico ( con un peso mayor de 4´5 kilos), con una predisposición al sobrepeso. Además, añade, es importante una correcta y equilibrada alimentación durante la lactancia materna, puesto que la inmunidad del bebé se puede ver comprometida.

Se puede evitar, claro, con una planificación familiar sobre la comida equilibrada, libre de azúcares industriales y alimentos procesados, rica en frutas, verduras y pescado, con un control de la carne magra. La casa, opina el doctor, es una escuela para aprender a comer y recuerda que la obesidad depende un 30% de la herencia genética y un 70% del estilo de vida.

Aunque no tengamos las nociones básicas de nutrición, advierte el autor de «Come y Crece», estamos en la obligación de aprender para no «dañar el futuro de nuestros herederos, induciéndolos a qué tengan los mismos malos hábitos propios de la desinformación. Podemos enmendar la situación informándonos, estudiando y aplicando ese aprendizaje a los menús en el hogar».
Fuera del entorno familiar, la clave está en el colegio, donde no sólo es necesario crear conciencia sino alcanzar acuerdos entre padres, autoridades sanitarias y educativas y los centros para elaborar los menús semanales en base a productos de alto valor nutricional. Por supuesto, sin procesados y con restricciones al azúcar industrial.

Elaborando el menú

El primer propósito que debemos cumplir en esta vuelta al cole 2019 es eliminar de la comida de los niños los llamados falsos alimentos sanos. Es decir, los zumos industriales, con altos niveles de azúcar o los cereales procesados que a veces incluso los papás meten en barritas en la mochila escolar. Estas meriendas o «snacks» para la hora del recreo, advierte el doctor, elevan el índice glucémico: «El organismo se ocupa rápidamente y el páncreas de procesar el metabolismo de estos carbohidratos que estamos recibiendo de absorción rápida, descuidando el procesamiento de las grasas, las cuales se van depositando y/o acumulando en diferentes áreas del cuerpo y así se va a crear la obesidad a mediano y largo plazo».

El segundo punto, indiscutible, es el del equilibrio nutricional y la variedad, aspectos que permite la dieta mediterránea, pero, sobre todo, la española. En nuestro país, poder comer de manera natural, según los productos que nos brinda la naturaleza, es más fácil y accesible que en otros lugares.

En tercer lugar lugar, debemos fijarnos objetivos en relación a nuestro comensal, a sus características y hábitos de vida .

Hemos de tener siempre presente que el niño es un ser activo por naturaleza, que consume energía y que el combustible de esa energía la aportan los alimentos, en especial los que son ricos en Vitamina B12. Aquí está la base de la dieta, puesto que en el misma cesta nos encontramos con los huevos, las aves, pollo y pavo, el pescado y también la carne roja. Los frutos secos, que tienen un elevado nivel de Vitamina B12, se incluirán dependiendo la edad del menor, según riesgo de atragantamiento y posibilidad de reacción alérgica.

Esta vitamina es esencial en la producción de los glóbulos rojos sanguíneos, que transportan el oxígeno a los tejidos.
No podemos olvidar tampoco que el niño de hoy vive pegado a las pantallas y hasta estudia con ellas, por lo que hemos de preocuparnos por su salud visual. La protegen las Vitaminas A y E, presentes en algunas verduras y hortalizas, que deben estar sí o sí, en la dieta: lechuga, pimientos, brócoli y zanahoria. También en frutas como el mango, el melón o el albaricoque.

Otra vitamina, la B2 participa en la formación del colágeno, el «pegamento» natural de nuestro cuerpo. Los más pequeños están en pleno desarrollo y para producir tejido, durante el crecimiento, necesitan esta sustancia. La B2 se encuentra en las berenjenas, el salmón, las espinacas y el cordero.

Para «comer y crecer» también son importantes los folatos, activos participantes en la creación de nuevas células y, por lo tanto, de tejido. De nuevo la espinaca aparece como necesaria en los platos de los escolares, acompañada de la remolacha y el aguacate.

Con el objetivo de fortalecer los huesos, nada mejor que los champiñones y las setas de temporada ( siempre en mercados o cogidas con ayuda de un micólogo), las sardinas, el atún y los mariscos crustáceos.

Y, cómo no, no podía faltar la vitamina C, para aquellos en pleno proceso de inmunización contra virus y bacterias. La fruta será aquí la reina, que, además, ayuda a prevenir, a cualquier edad, las enfermedades cardiovasculares. En las mochilas: naranjas y mandarinas y en el plato, piña, kiwi, papaya y melón.

Chucherías y cumpleaños

Una vez que existe cierto control con la comida en casa y en el colegio, ¿qué hacemos con los cumpleaños? A ciertas edades se celebra uno casi a diario. Los niños de la clase llevan caramelos y chuches el día de su onomástica. Los dulces forman parte del ocio infantil y es difícil erradicarlos, admite el experto, pero son adictivos y debemos comenzar por sustituirlos o eliminarlos de estas celebraciones, ya que además los hiperestimulan.
Se incluye aquí también la comida basura, las bebidas azucaradas, que crean adicción en el menor. Los excitan y les provocan malhumor en los periodos de abstinencia.

¿Hacer la compra con los niños?

Para evitar exponerles a la tentación, Luís López Tallaj deja en el aire la pregunta de si debemos llevar los niños a comprar puesto que les exponemos a la mercadotecnia de la industria. Los productos de consumo infantil, destaca, están envueltos en el diseño, el dibujo, la moda, el juguete, el gadget del momento por fuera, mientras que son insanos por dentro. Incluso, denuncia, las marcas compran espacios publicitarios físicos dentro de canchas deportivas ,y escuelas.
La ofensiva a dicha mercadotecnia se encuentra en la enseñanza y en el ocio. Estos dos aspectos han sido la base inspiradora de «Come y Crece» con la que el doctor López Tallaj ha desarrollado un libro ilustrado con el objetivo de enseñar a comer de manera divertida y sencilla. La forma, el color y el texto, en formato bilingüe, pretenden entretener a los más pequeños y servir también de guía a los padres para desarrollar un tiempo conjunto de lectura.



FUENTE: https://www.abc.es/familia/vida-sana/abci-no-dejes-hijo-meriende-zumos-industriales-o-dulces-estas-claves-para-buena-alimentacion-infantil-201910070244_noticia.html

lunes, 13 de enero de 2020

La alimentación y el cáncer...¿están relacionados?


Estudio de la “dieta total” y su impacto en la salud, incluyendo el riesgo de cáncer                               
Crédito: iStock

¿Afecta lo que comemos o bebemos nuestro riesgo de padecer cáncer?

Muchos estudios han preguntado esta cuestión, pero lograr responderla es problemático. Los alimentos y las bebidas, así como los nutrientes y los ingredientes dietéticos que estos contienen, se consumen en conjunto, nunca en forma aislada.

A fin de tener en cuenta este factor y mejorar la calidad de la investigación relacionada con la conexión entre dieta y enfermedades, la comunidad de investigadores está cambiando la manera en que observamos el efecto de la dieta en la salud y en cómo evaluamos la dieta y el riesgo de cáncer. Estamos adoptando un enfoque más integral y estudiando patrones dietéticos frente a alimentos o nutrientes específicos a lo largo de la vida, y estamos creando herramientas que pueden incorporar patrones dietéticos para reflejar este cambio.

En otras palabras, estamos interesados en evaluar el significado para la salud de comer brócoli o una hamburguesa, pero dentro de un contexto más amplio de patrones dietéticos y calidad general de la dieta que incluye lo que comemos, el lugar, tiempo, modo y razón por la que comemos.

Ampliación del enfoque de investigación de la dieta

La investigación de la dieta y el riesgo de cáncer a menudo ha adoptado un planteamiento reduccionista, enfocándose en componentes dietéticos específicos. Sin embargo, ese enfoque presupone que un alimento o nutriente por sí solo, sin tomar en cuenta otros alimentos o nutrientes que lo acompañan, induce un efecto biológico específico que puede fomentar la formación y crecimiento de células cancerosas.

Pero existen limitaciones, y resultados impredecibles, cuando se usa solo este enfoque. Por ejemplo, a finales de la década de 1980, se inició el Estudio para la Prevención del Cáncer con Alfatocoferol y Betacaroteno cuando algunos estudios hallaron que la dieta con alto contenido de ciertas vitaminas se asociaba a una reducción del riesgo de cáncer de pulmón. Sin embargo, tomar estas vitaminas en forma de píldoras (y no como ingredientes de los alimentos) no redujo la incidencia de cáncer de pulmón en los fumadores, y es posible que haya causado algunos daños.

Estos resultados paradójicos en apariencia, pueden explicarse si reconocemos que el consumo de nutrientes y alimentos está fuertemente conectado, lo que hace difícil examinar las asociaciones entre cualquier tipo determinado de factor dietético y las enfermedades crónicas. Aumentar de forma considerable el consumo de un nutriente tomándolo en forma de complemento puede tener efectos impredecibles, como la reducción de la absorción o de las concentraciones circulantes de otros nutrientes beneficiosos. 

Es también probable que haya efectos de interacción o sinérgicos entre alimentos y nutrientes, de manera tal que la totalidad de la dieta puede tener un efecto acumulativo. Esta puede ser una de las razones por las cuales el estudio de Enfoques Dietéticos para Detener la HipertensiónNotificación de salida financiado por los NIH, un estudio clínico que examinó el efecto de cambiar el patrón dietético general en lugar de un único alimento o nutriente, mostró resultados de salud positivos.

Al estudiar la calidad de la dieta total, podemos intentar armar el rompecabezas con todas sus piezas. Podemos estudiar más allá de ciertos alimentos y nutrientes y entender cómo se consumió ese alimento y qué otros problemas pueden existir, como la frecuencia de las comidas y los ritmos circadianos. El NCI ya está financiando investigaciones que estudian estos y otros factores que pueden definir una dieta total.

Cómo está trabajando el NCI para mejorar la investigación de patrones dietéticos

Cada 5 años, el Departamento de Agricultura de los EE. UU. (USDA) y el NCI colaboran para actualizar una herramienta dietética denominada Healthy Eating Index (HEI). Esta herramienta se usa para evaluar cómo se alinean los patrones dietéticos, o cualquier serie de alimentos en la cadena de suministro, con las más recientes Pautas Dietéticas para los Estadounidenses.

El HEI fue aplicado por investigadores para describir la calidad de la dieta en la población de los Estados Unidos. Se ha usado también para evaluar la calidad de los alimentos que se encuentran en diferentes ambientes: por ejemplo, en un restaurante de comida rápida, en un programa federal de distribución de alimentos, en un banco de alimentos o en la cafetería de una escuela.

Las más recientes Pautas Dietéticas (para 2015–2020) reflejan este cambio de enfoque hacia la dieta total. Por ejemplo, las guías ahora enfatizan un enfoque generalizado de la dieta, como seguir un patrón de dieta saludable durante toda la vida; comer una variedad de alimentos, enfocándose en la cantidad y la densidad de los nutrientes; y limitar los azúcares agregados y las grasas saturadas y reducir el consumo de sodio.

Nuestras actualizaciones más recientes del HEI, descritas en tres artículos de la publicación Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, reflejan también este énfasis en la dieta total.

El hecho de que ahora una herramienta como el HEI puede aplicarse a cualquier serie de alimentos en la cadena de suministro es importante porque grandes segmentos de la población no tienen acceso a los alimentos saludables, o no pueden permitírselos. Si evaluamos cómo se alinea una serie de alimentos (por ejemplo, los que provee un banco de alimentos) con pautas dietéticas enfocadas en la dieta total, entonces podremos trabajar con el fin de mejorar esa serie de alimentos para minimizar el riesgo de cáncer y otras afecciones de salud.

En un editorialNotificación de salida adjunto a nuestros artículos sobre el HEI, la doctora Barbara Millen, presidenta del Comité Asesor de las Pautas Dietéticas 2015 escribió que: "la base de evidencia vincula de manera mucho más fuerte que nunca antes la dieta total (patrones dietéticos, densidad de los nutrientes y calidad general) con la promoción de la salud y la prevención de enfermedades a lo largo de toda la vida del ser humano".
Doctora Jill Reedy, directora del programa, Unidad de Evaluación de Factores de Riesgo, División de Control del Cáncer y Ciencias Demográficas del NCI.


Estamos de acuerdo con la doctora Millen de que un HEI actualizado es una "herramienta poderosa para evaluar la calidad de la dieta total" y esperamos que otros investigadores usen el HEI y otras herramientas basadas en evidencia que integran en forma total este enfoque en la dieta total.

Y el momento para el cambio es el adecuado. Hay un creciente interés en plataformas en internet y aplicaciones para controlar la dieta y la actividad física que pueden integrarse con herramientas de evaluación como el HEI, esto ofrece oportunidades para nuevas investigaciones, herramientas y tecnologías que en última instancia ayudarán al diseño de intervenciones personalizadas de nutrición a nivel individual y comunitario.

Para asistir en la medición de patrones dietéticos, por ejemplo, el NCI respaldó la creación de una herramienta de evaluación dietética disponible en forma gratuita, la Automated Self-Administered 24-Hour Dietary Assessment Tool (ASA24), que permite a los participantes de las investigaciones notificar lo que han consumido dentro de las últimas 24 horas o en tiempo real como registro de comidas. Esta herramienta ofrece información que otras herramientas anteriores no ofrecían, como el momento en que se consumió el alimento, dónde y con qué otros alimentos y bebidas.

Ha sido fascinante observar cómo se amplía el campo de investigación sobre dieta y el cáncer, y seguiremos mejorando los métodos para incorporar este nuevo enfoque de tener en cuenta a la dieta total. Nuestra esperanza más grande es que investigaciones como esta puedan guiar mejor las iniciativas para entender cómo lo que comemos afecta nuestra salud y, de esa manera, servir de base para políticas y prácticas que reducen el riesgo y mejoran la salud de todos.



martes, 7 de enero de 2020

Las dificultades para que los estudios científicos sobre alimentación sean fiables



¿Son fiables los estudios sobre nutrición?

Un macroestudio sobre dieta mediterránea corregido años después muestra la dificultad para estudiar los efectos de la alimentación



La dieta mediterránea se considera un modelo de alimentación sana.
La dieta mediterránea se considera un modelo de alimentación sana.
La investigación no da grandes titulares. No lo hace en proporción a los años de estudio, inversión económica y carreras entregadas a su causa. Aunque al leer la prensa cada mañana pudiera parecer lo contrario.

Para empezar, es evidente que no todos los artículos académicos que se publican diariamente en revistas científicas tienen cabida en los medios dirigidos al público. Es normal. Actualmente hay cerca de 6.000 revistas científicas de impacto (relevantes por la calidad y el prestigio de sus publicaciones). Pese a que los resultados que presentan son importantes para la comunidad científica, muchos de ellos son tan específicos de un campo concreto que solo pueden ser interpretados y utilizados por especialistas con conocimientos profundos sobre ese área.

Por otra parte, por cada estudio publicado, hay un número indeterminado de ensayos con resultados negativos que nunca verán la luz, a pesar de que también serían valiosos. Es lo que se conoce como “sesgo de publicación”: los estudios con resultados estadísticamente significativos tienen más probabilidades de ser publicados que aquellos que no son significativos.

La nutrición es una ciencia reciente: los pasos cortos pero firmes son los que asentarán unos buenos cimientos.

Este sesgo que incluso podría parecer “de pura lógica” (¿para qué se va a dar importancia a una investigación que nos dice que algo no funciona, que no está probado y que por lo tanto nuestra hipótesis era incorrecta?), no es intrascendente. Supone, entre otros problemas, que se invertirán recursos en repetir investigaciones que darán de nuevo resultados negativos o que, cuando se revise la literatura científica, se llegará a conclusiones basadas exclusivamente en datos publicados (lo que es un problema, especialmente en el caso de estudios observacionales que son los más frecuentes en nutrición).

Errores y rectificaciones

Ha sido precisamente en el campo de la nutrición en el que en los últimos días han temblado los cimientos de una investigación desarrollada en España. Estos son los antecedentes. En el año 2013, una de las revistas científicas más prestigiosas, New England Journal of Medicine (NEJM), publicó los resultados del estudio PREDIMED (Prevención Dieta MEDiterránea) en el artículo Prevención primaria de la enfermedad cardiovascular con la dieta mediterránea.

Las conclusiones de este ensayo aleatorizado recogían: “Entre las personas con riesgo cardiovascular elevado, una dieta Mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra (AOVE) o frutos secos reduce la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores (infarto de miocardio, ictus o muerte por enfermedad cardiovascular)”. Esa reducción del riesgo se cuantificó en un 30% al comparar estas dietas con una dieta baja en grasa. Los ensayos clínicos aleatorizados son los que aportan mayor evidencia científica y la investigación fue considerada una de las 14 más relevantes de las publicadas ese año en NEJM.

Sin embargo, en 2017 el anestesista John Carlisle encontró fallos en el proceso de aleatorización del estudio que afectaban al 14% de los 7447 voluntarios. La aleatorización consiste en asignar a los voluntarios al azar a cada uno de los grupos de estudio (grupo que siguió dieta con AOVE, grupo con dieta suplementada con frutos secos y grupo con dieta baja en grasa) y es fundamental en la investigación para evitar sesgos.

Por ello, hace solo unos días los responsables de la investigación retractaron su publicación original y publicaron una versión corregida, en la que subsanaron los errores de diseño del estudio y matizaron sus conclusiones. "En este estudio que involucra a personas con alto riesgo cardiovascular, la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores fue menor entre los sujetos asignados a la dieta Mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra o frutos secos, que entre los asignados a una dieta reducida en grasas”, dicen.

En los estudios sobre los potenciales beneficios o efectos adversos de un nutriente, es difícil tener un grupo de control que tenga un consumo cero.

Para los responsables del estudio, “las pequeñas imperfecciones en procedimientos de aleatorización en un pequeño subgrupo de participantes del ensayo PREDIMED (que, por su parte, se afrontaron apropiadamente en el análisis) no afectan para nada a los artículos publicados por nuestro grupo”.
Realmente parecen conclusiones muy similares. Pero en investigación la precisión lo es todo. Y por eso los matices son vitales.

¿Cuál es la diferencia entre las dos conclusiones? Que mientras en la primera se atribuye la reducción de la incidencia al efecto directo de la dieta Mediterránea, en la segunda versión solo se plantea que dicha incidencia fue menor en los participantes que siguieron la dieta Mediterránea. O lo que es lo mismo: ya no se establece la relación causa-efecto.

El estudio sigue siendo útil: el número de participantes es alto, se les siguió durante un periodo prolongado (casi 5 años) y en su momento se consideró “el mayor ensayo aleatorizado sobre nutrición en Europa”. Pero no es tan impactante como parecía en el momento de la publicación.

Obstáculos de la investigación sobre nutrición

La carrera científica es dura, de eso no hay duda. Pero la investigación en nutrición plantea además dificultades específicas que complican aún más la práctica de la nutrición basada en la evidencia (NuBE). La NuBE consiste en el uso de evidencias científicas revisadas sistemáticamente para adoptar decisiones prácticas, es decir, trasladar los resultados científicos a recomendaciones tangibles en el ámbito de la salud pública y la práctica clínica.

Siguiendo esta forma de trabajar, tanto las recomendaciones propuestas a la población general como el trabajo diario del personal sanitario involucrado en la alimentación y nutrición de los pacientes (dietistas-nutricionistas, médicos…) tendrán un respaldo científico actualizado.

Los responsables de la investigación publicaron una versión corregida en la que subsanaron los errores de diseño del estudio y matizaron sus conclusiones.

Si se compara la investigación médica con los estudios sobre nutrición nos encontramos con que en las investigaciones médicas que miden la efectividad de un fármaco se puede contrastar su efecto con el del placebo, porque los principios activos del medicamento actúan generalmente sobre un órgano o tejido concreto, tienen una acción limitada en el tiempo y producen cambios medibles objetivamente.
Sin embargo, en los estudios sobre los potenciales beneficios o efectos adversos de un nutriente, es difícil tener un grupo de control que tenga un consumo cero de ese compuesto. Además, los efectos debidos a la exposición o eliminación de un nutriente no son inmediatos, lo que complica establecer una relación causal.Y para complicar todavía más el escenario, nuestro cuerpo tiene capacidad para almacenar los nutrientes, de manera que, si uno determinado no se aportase con la dieta, el organismo recurriría a las reservas y el déficit tardaría en manifestarse.

Esto nos conduce a otro impedimento en el desarrollo de intervenciones nutricionales: las consideraciones éticas. No sería aceptable someter a un grupo de personas a una dieta que se considera que es perjudicial, simplemente para verificar sus efectos nocivos.
A este contexto debemos añadir otros factores como:
  • Dificultades para controlar o eliminar las variables de confusión, es decir, factores que pueden alterar el resultado del estudio. Por ejemplo, en la investigación de la relación entre dietas vegetarianas e índice de masa corporal, el peso más bajo podría deberse no solo a la dieta sino a que las personas que la siguen están más preocupadas por la salud o hacen más ejercicio físico.
  • Complicaciones para realizar ensayos de intervención: la mayor parte de los estudios en nutrición son observacionales y el investigador se limita a tomar datos sin intervenir (se mide por ejemplo la ingesta de determinado nutriente, pero no se propone incrementarla).
  • Efecto Hawthorne, según el cual las personas que participan en un estudio modifican su comportamiento para cumplir con las expectativas de los investigadores.
  • Sesgos de selección porque es probable que las personas que se presentan voluntarias tengan más interés en la salud que la media de la población.
Estos elementos, que ni siquiera son todos los que afectan a la investigación nutricional, sí pueden dar una idea de lo complicado que es atribuir un beneficio a la ingesta de un determinado compuesto. En definitiva, los resultados no suelen ser espectaculares.
La nutrición es una ciencia reciente: los pasos cortos pero firmes y la suma de pequeñas investigaciones (también de las que no ofrecen el desenlace esperado) son los que asentarán unos buenos cimientos.

Beatriz Robles (@beatrizcalidad) es tecnóloga de alimentos, máster en auditoría de seguridad alimentaria y entusiasta de la divulgación científica (www.seguridadalimentariaconbeatriz.com)

NUTRIR CON CIENCIA es una sección sobre alimentación basada en evidencias científicas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudará a conocer mejor la importancia de la alimentación y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.



viernes, 3 de enero de 2020

La gravedad real de una mala alimentación



Salud pública
Causa 11 millones de muertes cada año

La mala alimentación mata a más gente en el mundo que el tabaco


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MUNDO


Una de cada cinco muertes en todo el mundo está causada por una mala alimentación. Las dietas poco saludables ya son responsables de más fallecimientos a escala global que el tabaco o que cualquier otro factor de riesgo, según refleja un nuevo estudio que acaba de publicarse en la revista The Lancet. La investigación, en la que han participado más de 130 científicos de casi 40 países, confirma un cambio de tendencia entre las principales causas de mortalidad: las infecciones y los problemas congénitos tienen cada vez menos peso, al tiempo que aumentan las enfermedades cardiovasculares (ECV), el cáncer y la diabetes.

Los malos hábitos de vida se han convertido en la mayor amenaza para la salud mundial, especialmente las dietas desequilibradas, responsables de casi 11 millones de muertes en 2017 (un 22% de todos los fallecimientos registrados en adultos). A título de comparación, el tabaco se ha asociado con 8 millones de decesos, la contaminación con 4,5 millones y la hipertensión con más de 10 millones. Según los autores, la suma de años de vida perdidos y años vividos con discapacidad que la malnutrición le ha costado a la humanidad asciende a 255 millones en poco más de 15 años. Además de los citados ECV, cáncer y diabetes, las dolencias renales son la cuarta causa de mortandad relacionada con la dieta.

"La mala alimentación es un asesino que no hace distinciones", advierte el doctor Ashkan Afshin, profesor del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME, por sus siglas en inglés) y primer autor del artículo, "hemos observado que los riesgos afectan de forma similar a toda la población, independientemente del nivel de desarrollo y del estatus económico". Según Afshin esto se explica porque, aunque los hogares con más poder adquisitivo tienen acceso a mejores alimentos, "también tienen más opciones de llevar una dieta más desequilibrada, con exceso de carne roja, por ejemplo".

El estudio, que se ha centrado en factores directamente relacionados con la alimentación y no ha tenido en cuenta aspectos como la obesidad o el sedentarismo, señala que tres factores dietéticos representan más del 50% de las muertes: la baja ingesta de cereales integrales y frutas y el alto consumo de sodio (por el exceso de sal). El resto se relacionan con una presencia excesiva de carnes rojas, carnes procesadas, bebidas azucaradas y las grasas trans. Por otro lado, las mayores deficiencias en la nutrición global corresponden a nueces, semillas y leche, además de los cereales integrales.

España entre los menos afectados

España se encuentra entre los países con menor mortalidad por riesgos alimenticios, superado sólo por Francia e Israel. En la cola destaca la presencia de algunos grandes territorios como Ucrania y Egipto, junto a estados isleños como Micronesia, Fiji o Papua Nueva Guinea. "España tiene resultados mucho mejores que otros países, pero aún hay margen de mejora", opina Afshin. "Los países mediterráneos tienen datos positivos por un consumo importante de algunos alimentos saludables, como verduras, pero están por debajo en cereales integrales".

Para elaborar este estudio -el más ambicioso hasta la fecha dedicado al impacto de la alimentación en la mortalidad- los científicos han seguido la evolución de 15 parámetros dietéticos en 195 países entre
1990 y 2017: dietas bajas en frutas, verduras, legumbres, granos enteros, nueces y semillas, leche, fibra, calcio, ácidos grasos omega-3, grasas poliinsaturadas y dietas altas en carne roja, carne procesada, bebidas azucaradas, ácidos grasos trans y sodio. Ninguna región del mundo alcanzó los niveles recomendados en los 15 indicadores.

Replantearse los circuitos de consumo

Los autores explican que muchas de las carencias tienen su origen en problemas de los circuitos de producción y consumo. "Hay una necesidad urgente de cambiar varios sectores del ciclo de producción, como el cultivo, la elaboración, el envasado y la comercialización", opina Afshin. "Hace falta una intervención integral en el sistema alimentario para promover la fabricación, distribución y consumo de alimentos saludables".

Por otro lado, los investigadores consideran que muchas de las campañas de sensibilización no están funcionando y reclaman cambios para reequilibrar las dietas en todo el mundo. Aunque el azúcar y las grasas han ocupado el centro del debate sobre la alimentación en los últimos años, este análisis plantea que otros factores de riesgo representan un papel igualmente relevante, especialmente las dietas con una presencia demasiado alta de sodio y baja de frutas, verduras y cereales.


FUENTE: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2019/04/04/5ca5004121efa0876a8b466a.html