Pintura de Lucien Freud |
¿CONOCES LA
HISTORIA DE LA OBESIDAD?
Se dice que
una persona está en sobrepeso u obesidad cuando tiene una excesiva acumulación
de grasa que puede ser perjudicial para la salud[1]. Dicha
concentración de grasa se produce en los adipocitos (células que forman el
tejido adiposo y forman parte del tejido graso), lo que puede conducir a
diferentes problemas como pueden ser la diabetes, enfermedades cardiovasculares
e incluso el cáncer.
Como indica
Salas Salvadó (2005) en su libro “La alimentación y la nutrición a través de la
historia”, la obesidad ha tenido diferente consideración a lo largo de la
historia de la humanidad. En la prehistoria sólo las mujeres que habían
acumulado grasas, tenían suficiente energía como para sobrevivir a largos
periodos de tiempo sin alimento, a la espera de que los cazadores volvieran con
más reservas.
En la Edad
Antigua las personas que presentaban obesidad eran de estatus social alto.
Curiosamente en la Grecia antigua, el médico Hipócrates pudo observar que las
personas obesas morían antes que las que no lo eran y apuntaba: “los obesos y aquellos que desean perder peso, deberían llevar
a cabo unos fuertes ejercicios antes de la comida”. Y el gran filósofo
Platón señalaba que la dieta equilibrada es aquella que contiene todos los
nutrientes en cantidades moderadas y que la obesidad se asocia con la disminución
de la esperanza de vida.
Galeno en la
Roma del siglo II d. C. distinguía tipos de obesidad: la moderada e inmoderada
y hacía alusión a cómo había conseguido adelgazar a un paciente obeso haciéndole
correr.
Dando un
salto al Imperio Bizantino (siglo XIV), la obesidad se atribuía a la abundancia
de alimentos, poco ejercicio y a lo que llamaban crisis del cuerpo. El remedio
para la obesidad consistía en tomar frutas, verduras, pescado y pollo. Hace
alrededor de setecientos años los médicos ya aconsejaban lo que hoy en día para
tener una alimentación sana y combatir la obesidad.
En la
cultura cristina antigua se condenaba la glotonería al relacionársela con la
obesidad, sin embargo, en los siglos XVI y XVII el sobrepeso y obesidad tenían
connotaciones positivas al relacionarse con la fecundidad y atractivo sexual.
Ejemplo de ello nos dejó Rubens, cuyas modelos debían pesar más de 90 kilos.
Es a finales
del siglo XVIII cuando los médicos intuyen el desequilibrio calórico como
causante de la obesidad y la consideración de esta como una enfermedad.
En el siglo
XIX, Chambers, autor de la obra Corpulence, or excess of
fat in the human body (1850), mencionado en “La
obesidad a través de la historia”, hablaba de normalidad y sobrepeso gracias a
los datos obtenidos en 2.560 varones sanos y afirmaba: “si un hombre excede
considerablemente el promedio de peso en relación con otros de la misma
estatura, nosotros nunca debemos juzgar que este excesivo peso depende del músculo
o del hueso sino del tejido adiposo”.
Gregorio
Marañón (1887-1960), médico endocrinólogo estudió la obesidad y admitía la
multifactorialidad de esta enfermedad, se aproximaba al concepto actual de síndrome
metabólico y enfatizaba la importancia de adelgazar haciendo alusión a la
necesidad de prevenirla. Llegó a decir: “El obeso
adulto, constituido, debe tener en cuenta que un adelgazamiento no será obra de
un plan médico, sino de un cambio total de régimen de vida”. En
estos años se importa de Estados Unidos una moda en la que se exalta el cuerpo
delgado, algo que Gregorio Marañón defendía por motivos médicos.
Los avances
en el estudio de la obesidad se dan en la segunda mitad del siglo XX, tras la
segunda Guerra Mundial, liderados por Estados Unidos. Es en estos años cuando
se comienzan a desarrollar métodos de modificación de la conducta de la
alimentación. A pesar de todos los avances y diferentes estrategias para
combatir la obesidad desarrollados en esos años, la recuperación del peso
perdido ha sido una constante independientemente de los métodos utilizados.
Las
recomendaciones básicas como equilibrio en la ingesta calórica, así como
incrementar la actividad física, han sido recurrentes desde entonces y
prevalecen en nuestros días. Otros métodos como la modificación conductual, la
terapia o los fármacos se han puesto en práctica en muchos pacientes. Los
avances tecnológicos y en medicina han promovido el uso de la cirugía bariátrica,
una técnica muy agresiva que confirma el fracaso de otros tratamientos.
A partir de
1994, con el descubrimiento de la leptina de la mano de Friedman, de la
Rockefeller University (Estados Unidos) se produce una gran investigación en
genética relacionada con la obesidad. Ahora mismo se conocen más de
cuatrocientos genes que podrían estar relacionados con la obesidad.
Tras la
segunda guerra mundial, se pone de moda la delgadez llegando hasta nuestros días.
Esto ha hecho que se vea mal la obesidad a nivel social y cultural, recayendo
sobre las personas que lo padecen una gran responsabilidad. Y no sólo queda ahí,
esta exaltación de la delgadez ha traido consigo distintos trastornos de la
conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia.
En encuestas
a médicos en un estudio realizado en 1969, la visión negativa de la obesidad
era generalizada en ellos hasta el punto de considerar a estos pacientes
intratables y cuya obesidad se debía a la falta de control. El reconocimiento
de la existencia de factores genéticos ha favorecido el cambio en esta actitud
médica, disminuyendo la culpabilización del paciente.
Hoy en día
la obesidad da una forma al cuerpo que no es considerada atractiva y se asocia
a determinados roles como el de una persona vaga, perezosa, descuidada, o se le
atribuye un papel cómico o un carácter o bien amable o bien negativo, lo que
puede llevar a las personas que padecen obesidad a ser excluidas socialmente,
además de minar su autoestima.
[1] Definición de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight
ARTÍCULO REALIZADO POR ROCÍO RODRÍGUEZ
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